La fatiga pandémica se ha convertido en la realidad de muchas personas. y es que, la pandemia del Covid-19 ha supuesto un cambio radical en la vida de todos nosotros. Hemos tenido que aprender a convivir en nuestro día a día con las mascarillas, los desinfectantes, la distancia de seguridad… Nos hemos hecho expertos en realizar en nuestra propia casa pruebas de antígenos y el teletrabajo ha sido la nueva rutina durante meses para la gran mayoría de la población.
Sin embargo, a pesar de que, poco a poco, la pesadilla del Covid-19 va desapareciendo y vamos retomando la normalidad de nuestras vidas, son muchas las secuelas que ha dejado esta pandemia en millones de personas. No solo destacan las secuelas físicas, también encontramos multitud de secuelas psicológicas y anímicas. Muchas personas incluso han visto disminuido su nivel de vida, tanto económicamente como en sus relaciones sociales.
Es posible que ya hayas escuchado qué es la fatiga pandémica. Y es que, por desgracia, es un término que se está haciendo cada vez más sonado. Como ya hemos mencionado, la pandemia ha traído consigo secuelas que perduran incluso ahora que los casos han disminuido notablemente con respecto a los dos años anteriores.
Una de estas secuelas que, lamentablemente, nos acompaña en esta nueva normalidad es la fatiga pandémica. Así es cómo ha denominado la Organización Mundial de la Salud (OMS) a las sensaciones de ansiedad, angustia, frustración, cansancio y desánimo, entre otras, que provocan la incertidumbre, los múltiples cambios en nuestro estilo de vida y la constante necesidad de readaptación a la que hemos estado sometidos debido a la emergencia sanitaria.
Has de saber que estas emociones son totalmente normales, teniendo en cuenta la gravedad de la situación que hemos vivido. La necesidad de adaptarnos a nuevos modos de vida no significa que el proceso de adaptación no implique sentimientos y emociones poco agradables.
Sin embargo, aunque se considere normal no debemos ignorar estas sensaciones, ya que pueden derivar en trastornos más graves. Por eso, es importante contemplar este nuevo término en el Plan de Prevención de Riesgos y llevar a cabo acciones de prevención que cuiden al empleado y minimicen estas secuelas en el entorno laboral.
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Los síntomas de la fatiga pandémica más comunes son lo siguientes:
Estos pueden derivar también en otras patologías físicas como problemas gastrointestinales, dolores de cabeza, náuseas, taquicardias…
Es muy importante saber detectar los síntomas y estar atentos a su evolución, ya que pueden dar lugar a cuadros más graves de ansiedad o depresión. En estos casos se recomienda encarecidamente acudir a un profesional para que evalúe la situación.
Como empresa, lo más adecuado es contar con un Servicio de Prevención Ajeno que desarrolle un Plan de Prevención donde se contemple la nueva realidad de la sociedad y busque evitar o reducir los daños colaterales de esta crisis mundial de salud. Para encontrarlo solo necesitas completar el formulario y nuestro comparador lo buscará por ti.
El siguiente paso es conocer cómo combatir la fatiga pandémica. Lo principal y más efectivo para hacerlo es cuidar nuestro sistema inmunológico. Ahora es más importante que nunca. Además, también entran en juego de manera significativa el cuidado de nuestra salud mental. Esto puede marcar significativamente la diferencia en nuestro bienestar.
Estos son algunos consejos que pueden ayudarte a minimizar los efectos de la fatiga pandémica:
Recuerda que si los síntomas se complican o sientes que no puedes gestionarlo tú solo/a correctamente debes acudir a un profesional médico o psicólogo. Ellos sabrán darte las mejores pautas para que tu malestar disminuya.
Aunque para todos es una situación dura, la fatiga pandémica en jóvenes es especialmente delicada. Es por ello que los expertos insisten en la importancia de estar atentos a su estado de ánimo y salud.
El distanciamiento social y los cambios de rutina han supuesto para niños y jóvenes un proceso muy complicado para ellos. Muchos de ellos han perdido el contacto con amigos durante la pandemia. Algunos han pasado sus últimos años de instituto o universidad metidos en su habitación, incluso perdiendo la oportunidad de celebrar, por ejemplo, actos de graduación u otros eventos que suelen ser memorables en la vida de cada persona. Esto implica la imposibilidad de despedirse de compañeros, amigos y profesores y cerrar un ciclo como se acostumbra a hacerlo, pasando un proceso de duelo.
Las relaciones sociales en estos rangos de edad pueden significar tu fuente principal de apoyo y felicidad. Debido a la crisis sanitaria, el índice de depresión y ansiedad en jóvenes ha subido de manera alarmante.
Aunque actualmente las restricciones por la emergencia sanitaria son mínimas, muchos jóvenes siguen arrastrando síntomas derivados de ella. Lo peligroso es que no todos han pedido ayuda y existen evidencias que demuestran que la depresión y la ansiedad no tratadas se agravan progresivamente.
Ya conocemos de primera mano todas las dificultades que ha supuesto la pandemia del Covid-19 en nuestras vidas, así como de las complicaciones que pueden conllevar ignorar los síntomas de la fatiga pandémica. Ahora más que nunca es primordial, no solo cuidarnos en nuestra vida cotidiana, sino también implementar todas las actuaciones posibles de prevención en los entornos de trabajo.
La cuestión ya no es por qué es importante la prevención de riesgos laborales ante este tipo de fatiga, sino cómo contar con un plan realmente efectivo y adecuado para tus empleados.
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